2016/01/18

263503.- S L P 12.1.-

Ʊ La sorpresa ingrata.-

            Estaban allí, sentados mirando el paisaje, sin duda era un sitio idílico... paz y tranquilidad para contemplar la suave caída de las montañas que parecían desbordarse sobre la presa. Para ellos era un sitio suyo, lo conocían de toda la vida, podían hablar con los ojos cerrados y comentar sobre lo que verían al abrirlos... era una imagen esculpida en su cerebro. Desde niños ellos venían a mirar y ver las obras, las reparaciones, los cambios, ante sus ojos estuvieron siempre las rocas y las arenas y los taludes y podría decirse que ellos fueron parte de los cambios, por eso “algo” les estaba molestando esa tarde, habían cambios pero eran tan sutiles que no los encuadraban. Era como si hubiesen abierto un chorro y el agua se estuviese derramando, algo hacía que la calma chicha de la superficie no fuese ya ni tan calma ni tan chicha.

            .-Mira, vamos a llegarnos hasta el aliviadero a ver que es lo que pasa... como no ha llovido la vía está seca y no hay barro. De seguro que no pasa nada, pero... mas vale averiguar...

Colocaron sus aparejos en el automóvil y se dirigieron al lugar del aliviadero, a medida que se acercaban se sentía el desborde con mayor volumen. Después de tantos años de silencio se sentía raro el sonido del agua descontrolada. Algo estaba pasando.

Detuvieron el carro en la redoma de los camiones que quedaba un poco más baja que la pared de la presa y lo que vieron casi les hiela la sangre... de la parte superior bajaba una hendidura zigzagueante que, si bien no era muy ancha, dejaba escapar el agua a chorro batiente. No se veía como muy peligrosa porque estaba muy alta y parecía como que cuando el agua llegase a ese nivel se terminaría el bote.

Raro era que no hubiese nadie en la presa o que no hubiesen puesto un cartel anunciando el posible peligro. Claro, con lo que estaba pasando en el pueblo, era como que si fuesen ellos los primeros en notar y darse por enterados de lo que estaba pasando.

            .-Tenemos que dar parte de esto. Alguien tiene que reparar esos daños. Alguien tiene que venir y evaluar los daños y las posibilidades... La contratista tiene que ver con esto...

Hacía ya varios años que la presa se había terminado, la última Contratista no había sido del pueblo sino que la habían asignado y contratado en la Capital. Riasol solo había contribuido con el personal obrero y con los servicios de alimentación para ese multitudinario grupo. 

A Tomás se le prendieron las alarmas y recordó los dimes y diretes que se habían escuchado por esa obra.  Si lo del puente había causado lo que estaba causando, el viejo dicho de que los males llegan por docenas pudiera ser que se pusiese en evidencia...

¿Y a quien le echaría el cuento? No había Alcalde, ni concejales, los lideres políticos andaban escondidos... con el Tío José enterrado y los administrativos de La Pedrera en vías de juicio, no quedaba nadie a quien “pasarle la novedad”...

            .- Hilda, voy a tener que meterme en la boca del lobo y buscar una solución... le diré a la Tía Chepina que me autorice para mover a sus empleados y ver si esto es de verdad peligroso o si podemos hacer algo...
            .- Y si te agarran como cómplice del Tío  José?
         .- No chica, son cosas diferentes, recuerda que “La Pedrera” solo puso al personal, la contratista fue de la Capital... es cosa del Gobierno... ellos tienen que responder por esto... pero, mejor me curo en salud y llamo al Ingeniero González... mas vale prevenir... no salga lo roto por lo descocido...

Preocupándose a cada momento un kilo mas, Tomas nada mas llegar al pueblo se dirigió hacia la casa de la Tía Chepina y en la cocina,  saboreando un sabroso café,  fue tratando de penetrar la capa de dolor de su Tía para, sin molestarla, ponerla en antecedentes de la situación.  No se podía obviar el dolor de la Viuda, ni su rabia por la reacción de los riasoleños al momento de la ejecución. Pero ella le entendió y aceptó lo que le proponía. Le dio carta blanca, no en balde era el sobrino preferido.

.- Hola, Gonzáles, ¿como estás? Gusto en saludarte, tenemos una emergencia y quiero consultarte ... 
.-¿Que FUÉ? ¿Se les cayó el puente?
.-Pues... sabrás que nooo... la del problema es la reparación que le hicieron “Ustedes” a la Presa... Tiene una fisura vertical en zigzag y cuando la vi hace un momento tenía como dos metros de largo... Te parece que sea suficientemente preocupante?
.-Déjame ver... Estas de suerte porque me acabo de desocupar de otro problemita que tenemos acá... Ya mismo salgo para que me muestres ese zigzag... trata de que no mucha gente esté en el problema hasta que veamos que es lo que se puede o debe hacer... envíame un vehículo que me busque en la pista de La Hoja... en dos horas estaré allí.
.-Aja, capturé tu atención, verdad? Y con esto de la nueva Ley y toda la prensa que tenemos aquí, estamos en la boca del volcán...
.- Claro, vale, nada de prensa hasta que no evaluemos lo que esta pasando... ya estoy saliendo... chao.

Tomás se había decidido... Sin autoridades en el pueblo y con los “lideres políticos” escondidos, era una medida desesperada pues volcaría los ojos de todos en su persona y eso, a la luz de la situación, se podría volver un problema para El, pero había que hacerlo, había que enfrentar la situación previendo males mayores y su Tía Chepina era ahora la dueña de La Pedrera, no se le podía dejar abandonada.

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