SLP 15.1
Apenas despuntando el alba, el equipo de
comunicaciones de La Hoja recibió el plan de vuelo de varias aeronaves que,
desde varios aeropuertos se aprestaban para despegar con destino a Riasol y
algunos de ellos requerían de personal auxiliar para las labores de descarga de
materiales y equipos. En previsión de necesidades, el encargado de la Torre se
comunicó con las personas que, en los buenos tiempos, se dedicaban al
avituallamiento del cafetín y de los servicios y, llamó también, a los Taxistas
del pueblo.
A las 07:30 se avistó el primer avión y para
ese momento ya estaban allí el Ing. Gonzáles y el Sr. Tomas... El galpón ya
estaba preparado para reuniones y comprobaron que la planta de emergencia
estuviese operativa y con el depósito de combustible lleno. La radio de Riasol
retransmitía las noticias que llegaban de la capital y, a pesar de que los
reporteros ya habían pasado datos a sus respectivos diarios, todavía no se
decía nada sobre lo que estaba sucediendo... La Ley Final era “quisquillosa”
con estas situaciones y no permitía que se alarmase a la población. El Ing. González llamó a la torre y se informó sobre la
cantidad de aviones y su hora estimada de llegada, pidió se le confirmara el número
de almas a bordo y fueron preparando el sitio para las reuniones y una especie
de protocolo que les permitiese plantear el problema y buscar soluciones de
manera expedita, lógica y segura. La información que durante la noche envió al
Ministerio de Obras explicaba lo visto y el plan inicial para este día,
incluyendo las llamadas y coordinaciones con cada uno de los expertos del
Ministerio y de las Contratistas involucradas en lo que había sido el trabajo.
A las 6:25 hrs. recibió la llamada del Ministro
y acordaron que seguiría el Plan inicial que se le había ocurrido. El Ministro,
le dio luz verde y fue muy cuidadoso en ordenarle que cuidase en grado sumo la
relación y la información que se les pasase a los periodistas. El caso del
Puente y ahora el caso de la Presa eran dos situaciones de mucho peligro para
el Sr. Ministro. Exigió que se le informase de urgencia sobre la posibilidad de
que se interrumpiese la generación de electricidad y los estimados de tiempo
para reparación, ofreció el inicio de coordinaciones con los fabricantes de los
generadores previendo cualquier gravedad en la situación. Le indicó que se
había montado una “oficina de control de crisis” para el caso, que estaría en
coordinación directa con quienquiera que se necesitase. Le indicó finalmente
que se le colocaba, al Ing. González, como coordinador máximo de la situación y
que todos los involucrados en el caso estarían a sus órdenes. El Ministro
esperaba información con urgencia pues había Consejo de Ministros esta mañana y
debía presentar información clara y precisa.
González se sorprendió por la siguiente
pregunta que le formulo el Ministro, quería saber de la posibilidad de que
alguien hubiese dañado la presa, le ofreció enviar gente de Inteligencia y
Contraterrorismo de una vez... González trató de rechazar la idea indicándole
que la situación del pueblo estaba más que revuelta por las ejecuciones y que
tal vez valdría la pena esperar a que se revisase la situación y se tuviese,
aunque fuese, la primera impresión. Como el pueblo estaba aun lleno de
periodistas, lo que se hiciese podría causar pánico. Ya estaban por llegar las
cuadrillas que verificarían el estado de la presa y no pasarían más de 18 horas
para que se tuviese la primera indicación real de lo que sucedía.
Tomas fue reuniendo en el galpón a todos los
obreros de La Pedrera que se aparecían y los fue organizando en cuadrillas,
ganaba así tiempo, estableció un sistema de transporte entre La Hoja y la presa
lo que permitió que a los pocos minutos tuviesen no menos de 40 hombres
caminando sobre las cornisas de la presa y se comenzó a recibir datos de los
hallazgos que, por lo demás, eran muy poca cosa.
González trabajaba sin descanso con sus
teléfonos, coordinando con la capital, asegurándose que las personas adecuadas
estuviesen en los aviones y que no hubiese “mirones” de función publica en las
listas de pasajeros.
Con la llegada del primer avión se armó la
Oficina Central de Control, lo que permitió mejorar el sistema de
comunicaciones, estaba dotada y tenía personal especializado, ducho en
situaciones de conflicto.
Los Ingenieros y el grupo de zapadores se
instalaron inicialmente en el galpón y
allí estuvieron las primeras horas, mientras se empezaba a reunir data para
agilizar el trabajo.
-Se encontró una hendidura vertical
zigzagueante de 6 metros de largo en el amurallamiento principal de la presa
sin evidencias de explosión o repicado con herramientas normales.
-El nivel del agua se encontraba a tres metros
del nivel máximo de carga.
-El flujo de carga de entrada estaba a 60% del
máximo con tendencia a disminuir.
-El flujo de carga de salida se mantenía
estable y no se apreciaba impedimentos en la compuerta para maniobrar su
apertura y/o cierre. (Se comprobó su eficiencia mecánica)
-La generación eléctrica no se había visto
alterada en las últimas 48 horas.
-No habían evidencias externas de que se
hubiese arrojado cargas voluminosas desde las cornisas de la presa.
-La apertura del aliviadero principal había
funcionado libre, sin sonidos ni esfuerzos mayores, lo que hacía presumir que
estaba libre de materiales de desecho.
Con estos resultados iniciales, González
comenzó a verificar en cual de los aviones venían los buzos y las cámaras
submarinas. Se veía de anteojos que tendrían que filmar la parte interna de la
pared. Se alegraba de contar con personal muy bien entrenado y, realmente,
expertos en estas lides... consultó con los Bomberos sobre el abastecimiento de
oxigeno y llamó a la sala de control en la capital para ordenar el envío de
bombonas de apoyo. (Le contestaron que ya estaban en el avión, con los
buzos...).
Preocupado por la situación de la presa, pero
seguro de la gente que trabajaba a su lado, marchó hacia el Mirador a dar su
primera ojeada como Encargado General.
El mundo se le hacía cada vez más pequeño desde
la metida de pata de la rueda de prensa... tenía que salir avante en esta
situación ya que, de lo contrario, era más que posible que terminase colgando,
un sábado cualquiera.
Tenía los recursos de la Compañía y del
Ministerio a su disposición, el grupo de ingenieros era “de lo mejor”... solo
había que descubrir la falla y reparar la Presa.
Si no aumentaba en demasía el caudal de
entrada, (cosa controlable), podrían tal vez aliviar un poco el volumen interno
y trabajar en seco en la parte de la rajadura, lo que aumentaría la velocidad
del trabajo y eso le llevaría unas 12 a 18 horas para iniciar la reparación.
Ordenó trabajar en los aliviaderos de entrada
reduciendo la llegada de líquido y, como no había llovido, no parecía que
hubiese problemas con el desvío de los cauces.
Para el momento en que aterrizó el ultimo de
los aviones ya se tenía el plan de ataque en ejecución, hasta la grúa para las
cámaras estaba ya en posición.
Fue una fiesta de viejos amigos el saludo de
los recién llegados. Muchos de ellos habían trabajado en la última modificación
bajo las órdenes de González. Cada uno traía una “posible solución” al problema
que había imaginado. El descenso de los buzos con la grúa era una gran idea
puesto que les daría margen para trabajar con mas equipo pesado, sin tener que
estarlo transportando, y también podrían grabar todo el trabajo con cámaras
fijas permitiendo que quienes estuviesen abajo trabajaran “solucionando el
problema”.
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