Hace días escribí esta nota, pero por esas "oscuranas de la tarde" se me quedó en el tintero y no paso de ser un borrador... claro que no es el que deseo publicar, pero si no me obligo, mi amigo el alemán, el que reside en el cuarto de huéspedes de mi casa, lo lanzara a la basura y quien se recordara de estas palabras?
Así pues que, con errores y sin final, sin principio ni concierto, hablemos de nudos:
La vida, gran maestra, nos toma de la mano y nos muestra en cada recoveco las limitaciones que, por natura o por lisura, tenemos en nuestras acciones.
Una palabra mal dicha, una mirada perdida, un comentario escuchado, una lectura indebida y el castillo de naipes se desmorona mostrando la realidad de nuestras más secretas y profundas convicciones. Y es que los lazos de unión de todas nuestras actividades son como los nudos que aprendimos de muchachos, los que nos enseñaron en los scouts, en los bomberos, en los centros excursionistas...
La semana pasada (oye, que ya han pasado meses… no tanto, fue la primera semana de marzo del 2009) tuve la fortuna de asistir a un curso de "Manejo del Trauma en Montaña" que dictó la Organización EMISAR en San Rafael de Mucuchíes, teoría y práctica, orientado a la detección de estos problemas en los montañistas y en todo aquel que por alguna razón esté siniestrado en la Montaña.
Como atenderle, brindarle apoyo inmediato, rescatarlo y dejarle en las mejores condiciones posibles en manos de los médicos y el servicio hospitalario.
Un curso muy bien estructurado donde no se dejó nada al azar. Instructores llenos de profesionalismo, montañistas avezados, competencia y veteranía.
Y viene al caso hablar de nudos porque, como pasa con casi todas las cosas que asumimos simples en la vida, ellos (los nudos) tuvieron mucho que ver con la solución final de extraer al accidentado del sitio del incidente.
Hay quien dice que la vida no es más que un ininterrumpido intercambio de favores y que el constante dar y recibir nos coloca en una situación inmejorable para, haciendo acopio de estos nudos, brindarle un servicio de mucha mayor calidad a quien encontramos en difíciles condiciones.
No hace falta ser una Caballero Andante para ser útil a los demás, pero si hace falta que al acercarnos a ellos sepamos lo que podemos hacer, estemos entrenados para ayudar y no para complicar el problema. En esos momentos en que el accidentado está lleno de temores y dolores, en que se ve perdido en la montaña, en que pareciera que la luz del túnel se apaga, en que solo queda el rezar… aparece Usted como enviado divino y él o ellos se ponen en sus manos con la fe de la desesperanza, como el ahogado al salvavidas, como el asfixiado a la botella de oxigeno, sin saber si en realidad se esta en condiciones de ayudarle.
Está en la montaña, lejos de cualquier otra ayuda, no hay equipos de radio, no es posible una señal visual, el terreno es accidentado, hay barro y una lluvia pertinaz se enseñorea del sitio. Hay uno o varios heridos o maltratados o enfermos, por altura o por accidentes, alguno de ellos esta inconsciente… ¿QUE HACER?
Lo primero es lo primero. No podrá ayudar a nadie si Usted no está en buenas condiciones, por lo tanto cálmese y analice la situación tan fríamente como pueda.
¿Cuál es el problema?
¿Quiénes son los accidentados? ¿Cuáles son los que están en peor condición?
Trate de verificar que es lo que está perjudicando a los “pacientes”. No los mueva hasta tener un cierto grado de conocimiento real de la situación. Recuerde que la columna vertebral no debe sufrir más de lo que ya haya sufrido. Recuerde que el cuello es muy vulnerable. Las fracturas son muy dolorosas y generalmente se requiere hacer un entablillado. Si tienen heridas abiertas hay que verificar si es que se necesitan un torniquete.
¿Cómo están los signos vitales? El color de los labios, la respiración, el movimiento ocular, si se queja, si razona, que tipo de movilidad tiene, etc.
¿Cómo puede Usted Ayudarles? A cada uno, en específico.-
De acuerdo a su análisis de la situación, ¿Cómo podría ayudárseles? ¿Permanecer en el sitio? ¿Subirlos? ¿Bajarlos? ¿Por dónde? ¿Para qué? ¿Hacia dónde? ¿En qué? ¿Con que? ¿Con quienes? ¿Cómo?
¿Puede usted darles las primeras curas? ¿Cuáles?
En cada manual encontrara miles y miles de consejos prácticos que le indican que hacer en estas condiciones y en esta nota no podemos incluirlos a todos, máxime cuando las situaciones son tan distintas y pueden ser tan complejas. Aunque Usted este solo, siempre habrá una forma de ayudarles y esto va desde la sola presencia hasta el tratamiento de las heridas y la movilización.
Sea realista. Hay situaciones que Usted no puede manejar, Usted no es Superman, usted no está en una sala de operaciones, Usted también debe cuidarse para que no pase de ser auxiliador a ser auxiliado y agrave la situación. Usted tiene la preparación para hacer ciertas cosas, las demás deben hacerlas otras personas que si están preparadas para ello y/o que están dotadas con ayudas que les permitirán un mejor desempeño y el “paciente” sufrirá menos.
Pero lo que si puede brindar Usted, cualquiera que sea la situación, es el apoyo moral al enfermo, Usted puede atar los nudos de su esperanza reduciendo así sus temores. Usted puede influir en los menos adoloridos para que se reduzca el clima de tensión en el grupo. Usted puede ayudar a que no se presente el pánico. Usted puede, ayudar a despejar el camino por donde pasaran los portadores de las camillas, o el palanquín. Todos los nudos de servicio se requieren para solucionar una situación de este tipo. Usted puede servir de caja de resonancia para los pensamientos del líder del grupo de rescate brindándole alternativas útiles.
Usted PUEDE!!
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